Ponencia presentada en la Reception Study Society Fifth Biannual
Conference. Marquette University. Wisconsin. USA.
September 27-28 2013 (Fragmento)

Tal
vez hace 25 años o un poco más, la mayoría
de familias organizaban, o por lo menos tenían la permanente intención de
hacerlo, sus álbumes familiares. En estos quedaban registrados aquellos
momentos memorables en la vida familiar: matrimonios, nacimientos, el primer
cumpleaños, la graduación, las vacaciones y hasta la muerte de los seres
queridos. Momentos memorables que contaban una historia. Pero van más allá, como
señala el profesor Armando Silva: “El
álbum, al final, cuenta historias, pero no sólo sobre fotos pues a él se le
agregan otros objetos: tarjetas, avisos, recortes de periódico, reliquias y
también pedazos de cuerpo: ombligos de recién nacidos, gotas de sangre,
mechones de pelo, uñas de manos y huellas de pies. El álbum, literalmente, es
un pedazo de nuestros cuerpos”. (1998. pág. 12). Al organizar el álbum se
decidía quien estaba presente y quien no, cuáles acontecimientos eran dignos de
perdurar en el recuerdo y cuáles tal vez se deberían olvidar.
Esos álbumes de
papel, de hojas autoadhesivas, con variados diseños de sus portadas, se hacían
pensando en las generaciones futuras, eran de alguna manera un legado y
representaban un sentido de pertenencia. Patrimonio que se compartía solo con
quien era digno de ello: con los amigos cercanos, con otros familiares, con los
nuevos miembros de la familia.
Las
fotografías eran algo especial, se reservaban para momentos especiales, se
pensaban y se escogían. Se hacían estudios fotográficos y se contrataba a
profesionales para esta tarea. El costo de las cámaras, los rollos y el
revelado era limitaciones para nuestra creatividad, de igual manera que el
conocimiento técnico. Esto ha ido cambiando rápidamente, primero con las
cámaras instantáneas, luego por la fascinación del video y las primeras videocámaras de uso doméstico; pero
el cambio definitivo llegó con la popularización de la cámaras digitales, hace alrededor
de dos décadas y finalmente, con internet y la posibilidad de publicar nuestras
fotos.
¿Cómo
explicarle a un niño de hoy, por ejemplo, que no podías ver inmediatamente la
foto que acababas de tomar?, ¿qué tenías que terminar el rollo y llevarlo a
revelar, para darte cuenta que habías dejado sin cabeza a tu tío favorito?,
¿cómo explicarle que las fotos no se guardaban en el computador o en el
teléfono, sino se marcaban y organizaban en un libro?, ¿cómo podría un niño de
6 años imaginar un teléfono o un computador sin cámara? y, ¿cómo explicarle a
una niña de 12 años que las fotos no se subían a Facebook sino no se mostraban
cuando las tías venían de visita y que además no podías cambiarle el color, duplicar
la imagen y adicionarle corazones?
Así,
las cámaras digitales y ahora nuestras cámaras integradas a los teléfonos móviles,
las tablets y demás dispositivos, cambiaron no sólo la forma en que tomamos
fotos, a qué o a quienes fotografiamos y cuándo lo hacemos, sino especialmente
cambiaron nuestra forma de guardar y conservar las fotos, y por último, cambiaron
la forma como compartimos nuestras fotos, con quienes lo hacemos y cuándo.
Pero,
los álbumes familiares no han desaparecido, por el contrario, hoy tenemos más
fotografías que en ningún otro momento. Piensen en los hijos. Tenemos
fotografías de nuestros hijos, publicadas en las redes sociales, desde antes de
nacer. Tenemos miles de fotografías de las vacaciones, de los momentos memorables,
pero también de los momentos cotidianos, recién levantados y en el almuerzo en
un día cualquiera. Así, nuestros nuevos álbumes van encontrando otros espacios,
otros modos de conformarse y otros modos de verse y, también, otros modos de
contarse.
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Foto Familiar. Tomada en 1987. Publicada en FB. |
¿Cómo
son estos nuevos álbumes familiares que habitan internet?, ¿cómo se seleccionan
y organizan las fotos?, ¿dónde se archivan?, ¿continúan siendo estos álbumes un
referente de la historia familiar y social?, ¿reflejan nuestro sentido de
pertenencia?, ¿construyen nuestra identidad?, ¿cómo se convierten en relato,
memoria e historia? Estas son algunas de
las preguntas que inspiran la aproximación al tema. Este trabajo constituye un estudio exploratorio y que en primer
lugar, pretende identificar ese objeto difuso, que se llama álbum fotográfico
familiar. En un segundo momento, intenta establecer la relación de los álbumes
fotográficos con procesos de construcción de la identidad y de la memoria.
(En la próxima entrada, una exploración de los álbumes fotográficos en Facebook)
te quedo muy bien XD
ResponderEliminarGracias!!! Eres la primera en publicar y tienes razón en las opiniones que me diste en vivo y directo.
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