domingo, 12 de octubre de 2014

LOS NUEVOS ALBUMES FAMILIARES

Ponencia presentada en la Reception Study Society Fifth Biannual Conference. Marquette University. Wisconsin. USA. September 27-28 2013  (Fragmento)

El álbum fotográfico familiar  ha sido un objeto de estudio difuso y poco analizado que pasa desapercibido como práctica cultural. Entendido como criterio seleccionador y organizador de una colección de fotografías y al mismo tiempo como un archivo, se constituye en un texto que es a la vez, constructor de sentido y recopilador de la historia individual, familiar y social. De tal manera, que el álbum nos permite leernos y reconocernos a nosotros mismos como individuos dentro de un contexto no solo familiar, sino social.    
Tal vez hace 25 años o un poco más, la mayoría de familias organizaban, o por lo menos tenían la permanente intención de hacerlo, sus álbumes familiares. En estos quedaban registrados aquellos momentos memorables en la vida familiar: matrimonios, nacimientos, el primer cumpleaños, la graduación, las vacaciones y hasta la muerte de los seres queridos. Momentos memorables que contaban una historia. Pero van más allá, como señala el profesor Armando Silva: “El álbum, al final, cuenta historias, pero no sólo sobre fotos pues a él se le agregan otros objetos: tarjetas, avisos, recortes de periódico, reliquias y también pedazos de cuerpo: ombligos de recién nacidos, gotas de sangre, mechones de pelo, uñas de manos y huellas de pies. El álbum, literalmente, es un pedazo de nuestros cuerpos”. (1998. pág. 12). Al organizar el álbum se decidía quien estaba presente y quien no, cuáles acontecimientos eran dignos de perdurar en el recuerdo y cuáles tal vez se deberían olvidar. 

Esos álbumes de papel, de hojas autoadhesivas, con variados diseños de sus portadas, se hacían pensando en las generaciones futuras, eran de alguna manera un legado y representaban un sentido de pertenencia. Patrimonio que se compartía solo con quien era digno de ello: con los amigos cercanos, con otros familiares, con los nuevos miembros de la familia.

Las fotografías eran algo especial, se reservaban para momentos especiales, se pensaban y se escogían. Se hacían estudios fotográficos y se contrataba a profesionales para esta tarea. El costo de las cámaras, los rollos y el revelado era limitaciones para nuestra creatividad, de igual manera que el conocimiento técnico. Esto ha ido cambiando rápidamente, primero con las cámaras instantáneas, luego por la fascinación del video y las  primeras videocámaras de uso doméstico; pero el cambio definitivo llegó con la popularización de la cámaras digitales, hace alrededor de dos décadas y finalmente, con internet y la posibilidad de publicar nuestras fotos.

¿Cómo explicarle a un niño de hoy, por ejemplo, que no podías ver inmediatamente la foto que acababas de tomar?, ¿qué tenías que terminar el rollo y llevarlo a revelar, para darte cuenta que habías dejado sin cabeza a tu tío favorito?, ¿cómo explicarle que las fotos no se guardaban en el computador o en el teléfono, sino se marcaban y organizaban en un libro?, ¿cómo podría un niño de 6 años imaginar un teléfono o un computador sin cámara? y, ¿cómo explicarle a una niña de 12 años que las fotos no se subían a Facebook sino no se mostraban cuando las tías venían de visita y que además no podías cambiarle el color, duplicar la imagen y adicionarle corazones?

Así, las cámaras digitales y ahora nuestras cámaras integradas a los teléfonos móviles, las tablets y demás dispositivos, cambiaron no sólo la forma en que tomamos fotos, a qué o a quienes fotografiamos y cuándo lo hacemos, sino especialmente cambiaron nuestra forma de guardar y conservar las fotos, y por último, cambiaron la forma como compartimos nuestras fotos, con quienes lo hacemos y cuándo.  

Pero, los álbumes familiares no han desaparecido, por el contrario, hoy tenemos más fotografías que en ningún otro momento. Piensen en los hijos. Tenemos fotografías de nuestros hijos, publicadas en las redes sociales, desde antes de nacer. Tenemos miles de fotografías de las vacaciones, de los momentos memorables, pero también de los momentos cotidianos, recién levantados y en el almuerzo en un día cualquiera. Así, nuestros nuevos álbumes van encontrando otros espacios, otros modos de conformarse y otros modos de verse y, también, otros modos de contarse. 


Foto Familiar. Tomada en 1987. Publicada en FB. 
¿Cómo son estos nuevos álbumes familiares que habitan internet?, ¿cómo se seleccionan y organizan las fotos?, ¿dónde se archivan?, ¿continúan siendo estos álbumes un referente de la historia familiar y social?, ¿reflejan nuestro sentido de pertenencia?, ¿construyen nuestra identidad?, ¿cómo se convierten en relato, memoria e historia?  Estas son algunas de las preguntas que inspiran la aproximación al tema. Este trabajo constituye un estudio exploratorio y que en primer lugar, pretende identificar ese objeto difuso, que se llama álbum fotográfico familiar. En un segundo momento, intenta establecer la relación de los álbumes fotográficos con procesos de construcción de la identidad y de la memoria.

(En la próxima entrada, una exploración de los álbumes fotográficos en Facebook)

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